La discoteca más pequeña del mundo llega a Madrid y es totalmente gratis

Un artista alemán ha creado ‘Teledisko’: una cabina de teléfono donde caben dos personas como mucho que tiene desde música hasta bola de discoteca

Una 'Teledisko' de Berlín

Una ‘Teledisko’ de Berlín Teledisko

26/11/2022

Muchos aficionados al ocio nocturno acaban dejándolo de lado por el mismo motivo: la masificación de las discotecas. Aunque la pandemia las vació, obligando a muchas a reconvertirse a restaurantes (las que sobrevivieron), otras se mantuvieron e incluso nacieron unas nuevas.

Entre las que han sobrevivido está ‘Teledisko’, una discoteca en la que la primera premisa a cumplir es que se debe ir con poca gente… porque no cabe: literalmente es la discoteca más pequeña del mundo. 

El berlinés Benjamin Uphues fue el artífice de la idea, nacida hace ya más de un lustro. Cogió una antigua cabina de teléfonos y la transformó por completo para introducir una bola de discoteca, altavoces, un pequeño sistema de elección de canciones y una simple decoración en las paredes, porque no hay sitio para mucho más.

Lo que empezó con una idea artística, se ha acabado convirtiendo en un negocio para Uphues. Hasta el momento había tres permanentes en Berlín y otras tres móviles, a las que se unen la que acaba de llegar a Madrid, en concreto al Goethe-Institut situado en la calle Zurbarán, 21.

Fue ahí donde Xuso Jones, el popular cantante e ‘influencer’, se la encontró y dio a conocer al gran público con un divertido vídeo.

Aunque las alemanas son de pago, la de Madrid es totalmente gratuita. Simplemente hay que entrar, elegir la canción (está conectada a Spotify, lo que prácticamente permite elegir cualquier tema publicado) a bailar, poner las luces para crear el ambiente que se quiera e incluso hacerse fotos y vídeos que luego se enviarán por e-mail. Y es que una de las cosas más divertidas que permite es montar auténticas ‘performances’ que luego se pueden compartir en redes.

Esta ‘Teledisko’ que está en Madrid ya tiene unos cuantos kilómetros encima, literalmente. El director del propio instituto la compró, la llevó a México y desde ahí la trajo a la capital de España, donde se quedará hasta nuevo aviso.