La prohibición del botellón se lleva por delante los peroles nocturnos del Arenal en Córdoba

Córdoba
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La nueva prohibición de los botellones en Andalucía tendrá consecuencias concretas sobre usos y costumbres de la ciudad que poco tienen que ver con el desarrollo de las reuniones masivas de jóvenes. Y es que uno de los efectos previstos es que impedirá las concentraciones nocturnas que se realizaban en El Arenal para realizar peroles familiares, en algunos casos de muchas personas, que aprovechaban la cercanía del Guadalquivir para intentar respirar un poco en los meses de más calor.

La prohibición del botellón data de una legislación de 2006 y, en puridad, no solo vetó las reuniones masivas de jóvenes sino cualquier reunión al aire libre donde se tomaran bebidas. El artículo regulador estableció lo prohibido de las siguiente manera: «Se entiende por actividad de ocio toda distracción que consista en la permanencia y concentración de personas en espacios abiertos del término municipal, que se reúnan para mantener relaciones sociales entre ellas, mediante el consumo de bebidas de cualquier tipo». Lo prohibido no fueron las reuniones de jóvenes sino cualquier tipo de reunión en espacios abiertos de la ciudad donde hubiera bebida de por medio. Las únicas exenciones a la norma de no beber en la calle siguen siendo las fiestas populares, que no se están celebrando en estos momentos, y las terrazas o zonas exteriores de los establecimientos de hostelería.

El concepto de zonas permitidas es lo que posteriormente se llamó como botellódromo. Se trataba de lugares que los municipios designaban como zona en la que sí se podía realizar de forma controlada este tipo de actividades. En Córdoba hubo varios y proyectos muy locos como que el Ayuntamiento regalaría bolsas de hielo. En marzo de 2007, el Consistorio cerró el botellódromo de la Victoria y designó dos lugares donde sí se podía realizar esta práctica: El Arenal y un solar anexo al Jardín Botánico. El gobierno de Nieto cerró este último tras un episodio luctuoso: un joven recibió un navajazo mortal que le causó la muerte. El autor de los hechos fue condenado a treinta años de cárcel.

Quedó El Arenal, entre otras cosas, porque la costumbre de reunirse para beber no se circunscribía a los jóvenes. Allí van familias completas cargadas de sardinas. Usando ese resquicio legal, las reuniones se han podido seguir desarrollando cada verano sin problemas con la Policía.

El Ayuntamiento de Córdoba está esperando la normativa final de la Junta pero las primeras impresiones que se tienen afectan, sobre todo, al Arenal. En realidad, la Junta no puede prohibir el botellón en cualquier plaza de la ciudad porque ya estaba prohibido. Lo único que puede hacer es evitar cualquier tipo de concentración humana al aire libre donde se consuman bebidas. Ayer, en el gobierno municipal se tenía plena conciencia de que esta decisión afectará a jóvenes y no tan jóvenes.

Lo del ocio nocturno está mucho más abierto porque la Junta se ha encontrado con no pocas resistencias a un decreto de cierre de los locales como el establecido en Murcia. Ayer, el alcalde de Córdoba, José María Bellido, hablaba de «nuevas limitaciones» al funcionamiento de estos negocios. Y en la Junta, ayer, ni siquiera se aclaraba si se está abordando la situación de toda la hostelería o solamente de negocios que, por horario y superficie, pueden ser focos de transmisión.

Una de las medidas que parece más clara es que quien siga abierto tendrá que cumplimentar un registro sanitario similar al que se ha arbitrado en países como el Reino Unido o comunidades como Castilla-La Mancha. Los responsables del local tendrán que apuntar quién entra en el negocio y dejar una serie de datos como un teléfono de contacto. En caso de que surja un brote, es una manera bastante sencilla de saber a quién llamar sin necesidad de encuestas epidemiológicas.

Otra medida que parece haberse tomado es adelantar la hora de cierre de los locales aunque se trata de un asunto del que aún no se conocen detalles. Parece clave de qué se está hablando realmente. No es lo mismo acortar la hora de cierre de una discoteca que puede estar abierta hasta las seis de la mañana durante un fin de semana que obligar a un bar con terraza a recoger antes. El sector está por minimizar los daños tras salir del estado de alarma.

En última instancia, se pretende una mayor vigilancia policial de los establecimientos para que nadie se salte el confinamiento. El comité de expertos tiene que estudiar las medidas aunque ya se apunta a una revisión de los aforos interiores, que en los locales nocturnos son del cuarenta por ciento, y de determinadas prohibiciones que se valoran como la de volver a cerrar las barras.

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