Sueño, el after de las pesadillas de Tetuán: «Soy presa de mi casa»

MADRID
Actualizado:

Guardar

Si para el común de los mortales su día de descanso es el domingo, los vecinos de la calle de San Enrique, en el distrito de Tetuán, han retrasado su reposo al miércoles. No lo han hecho por gusto, sino por obligación, ya que es la única noche que la discoteca Sueño, en el número 8, no abre sus puertas. La ironía ha querido cernirse sobre ellos y el sitio, en vez de ser un anhelo, se ha convertido en una pesadilla y en el causante de sus desvelos. Las peleas, suciedad y ruido se han vuelto constantes, pero el tema viene de lejos. En 1993, los moradores más antiguos ya denunciaron el «after» al Ayuntamiento, a la Junta de Distrito y, posteriormente, a la Delegación del Gobierno. «Toda la noche y de forma continuada se producen broncas, con el consiguiente vocerío y altercados, y peleas muy violentas con exhibición de cualquier tipo de arma», recoge el escrito al que ha podido acceder este diario.

Después de casi tres décadas, la situación no ha cambiado. Sueño (antes Sueños o Sueño Latino) ha variado de nombre, de dueños y hasta de cartel, pero ha mantenido la problemática. Los vecinos se sienten atados de pies y manos, sin poder, incluso, abrir las ventanas debido al ruido y los malos olores que proceden del exterior. «Tuvimos que cambiar una de las habitaciones de casa de sitio y poner doble acristalamiento debido al alboroto, los orines y las defecaciones que hacen en la calle», cuenta uno de los residentes, cuyo cuarto daba a la acera en la que se ubica el local de ocio, de ambiente latino.

El sitio abre, excepto el miércoles, todos los días desde las diez de la noche hasta las seis y media de la madrugada. Pero el horario no es cerrado. Otros días, sube su persiana a las cinco de la tarde: «Y continúa hasta las siete de la mañana y, luego, en las aceras». Los vecinos se han unido y formado un ejército que, cansado de la situación, desea que cierre sus puertas. Por ello, han denunciado la coyuntura ante Medio Ambiente, quien en 2017 ya le abrió expediente, con propuesta de sanción, por exceso de aforo –habilitado para 249 personas, la Policía ha llegado a clausurarlo porque había 482– y deficientes aislamientos acústicos. Asimismo, se han realizado diferentes mediciones, dando como resultado que se supera límite de ruido permitido «en 12 y 16 decibelios». La última la llevó a cabo en julio el departamento de Disciplina Ambiental. Ese mismo mes, solicitaron una reunión con la concejal del distrito, Blanca Pinedo (PP), de la que no han obtenido respuesta. Hartos ante tanta espera, se preguntan en qué punto está el expediente sancionador.

Exterior de la discoteca, en la calle de San Enrique
Exterior de la discoteca, en la calle de San Enrique – De San Bernardo

«La situación es de película. Todas las noches nos despierta el escándalo. Se escuchan acelerones de coches, música dentro de los vehículos y golpes. No es la primera vez que miramos por la ventana y vemos a uno pistola en mano», describen los vecinos. Cuando los agentes hacen acto de presencia, según su relato, los asiduos a Sueño bajan el volumen, se encierran en los coches o, incluso, dentro del local, que hace el amago de echar el cerrojo. Todo mentira: en cuanto se va la Policía, vuelve a abrir las puertas.

«En el edificio muchos de los inquilinos se han ido de las casas. Una de ellas, tenía problemas laborales porque de noche no podía dormir y llegaba tarde al trabajo», cuentan. Pero hay casos que no tienen fácil solución. Es la encrucijada en la que está otra de las residentes, en este caso propietaria que compró su piso en 2007 y, antes de hacerlo, revisó el barrio. No hubo nada que le llamase la atención. «Sabía que no era un inmueble en el barrio de Salamanca, pero nunca imaginé esto. La primera noche que pasé aquí no pude pegar ojo y sigue siendo así por la cantidad de jaleo que se forma en la puerta. Sientes impotencia, frustración. Soy presa de mi casa», dice ella, a sabiendas de que la situación tiene complicados visos de solución.

El local es un tugurio de sobra conocido por la Policía. En 2011 se produjo un tiroteo con dos heridos; en 2004, un dominicano mató de dos puñaladas a un compatriota, lo mismo que sucedió en 2001. Además, cuatro agentes de la Unidad Integral del Distrito de Tetuán resultaron en 2018 heridos durante una redada.

Sueño, el after de las pesadillas de Tetuán: «Soy presa de mi casa» es un contenido original de ABC.es