Ultimátum a la ilegalidad e inseguridad de La Cubierta de Leganés: «Nos hacen más controles»

MADRID
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El jueves por la mañana es día de reparto en La Cubierta de Leganés. Con la llegada de camiones cargados de bebidas se produce en la plaza de toros una imagen insólita: los locales suben la verja para recibir la mercancía a horas en las que los fines de semana, algunos, suelen echar el cierre. Varios policías locales patrullan en moto para comprobar que todo marcha correctamente, mientras de fondo se escucha el ruido de un taladro que no para de atronar. Una de las discotecas de la planta baja, que da a la plaza de Joan Manuel Serrat, ultima una reforma para intentar salvarse del cierre de los locales anunciado por el Ayuntamiento, pues no cumple con la normativa municipal. Es, como tantos otros (13 en total), ilegal. Un obrero asegura desconocer la situación en la que se encuentra el bar de copas, uno de los más problemáticos, que funciona como «after» y en el que ya se han producido varias reyertas. «A mí solo me han dicho que cambie la puerta de sitio, porque ahora, al abrirla, ocupa espacio público», explica. Un vistazo al interior indica que su testimonio no es del todo cierto. Dentro, hay maquinaria pesada y sacos de arena y ladrillos.

El Consistorio pretende poner freno a la dejadez e inseguridad de la zona, uno de los puntos negros del ocio nocturno de Madrid, y, para ello, ha dado un ultimátum a los empresarios de la noche, quitando la licencia de apertura de manera definitiva a quince de los sitios y ordenando el cierre temporal, entre tres y seis meses, de otros trece que no cumplen con la ley, tras diversas inspecciones. «Han intensificado la presión y realizan más controles. Ahora están más encima de nosotros y nos piden cosas que antes nunca miraban», afirma Juani, que posee una churrería. «Tenemos más miedo a que haya algo mal y nos cierren y, al final, paguemos justos por pecadores», sentencia la mujer, a la que le han ordenado insonorizar la cafetería. Ella ha decido quitar el televisor para hacer menos ruido. «La semana pasada nos llegó una carta diciéndonos que teníamos un periodo de alegación de 15 días. Nosotros no tenemos nada que ver con los sitios de copas que hay aquí al lado», explica.

Los dueños de los «pubs» afectados tienen de plazo hasta el 28 de febrero o 6 de marzo para presentar alegaciones contra la orden de cierre, dependiendo de cuando hayan recibido la carta consistorial, indican desde el Ayuntamiento a ABC. «Ninguno de los bares de copas nos ha presentado, a día de hoy, el escrito con su versión. Si alguno lo hace, tendremos un tiempo para estudiarlo y, si no las aceptamos, procederemos a ejecutar la sanción», cuenta el responsable de Seguridad Ciudadana, Óscar Oliveira: «Cuando vuelvan a abrir, en tres o seis meses dependiendo del caso, se volverán a realizar inspecciones para comprobar que todo está en orden. Si no lo está, se hará la propuesta definitiva de cierre».

Exceso de aforo y menores

El Ayuntamiento, gobernado por PSOE y Más Madrid-Leganemos, declara que será «muy vigilante en el cumplimiento de la legalidad y de la seguridad». Por eso, no le vale que algunos realicen ahora obras. «Serviría para una inspección en el futuro, pero ahora están sancionados por hechos consumados, y el cierre temporal se referirá a ellos», incide Oliveira, que indica que el motivo de sanción es diferente en cada uno, aunque la mayoría «incumple las medidas de seguridad, como falta de extintores o salidas de emergencia.También hay otros por exceso de aforo y permitir entrar a menores». El objetivo es que la tipología de locales vaya cambiando y que, además de discotecas, haya en la plaza farmacias y supermercados. Para favorecerlo, también instalarán, durante la legislatura, un sistema de cámaras de seguridad, proyecto que todavía está en fase embrionaria.

Con su versión no coinciden los hosteleros. «No somos ilegales. Todo lo que se está contando es mentira», dice a gritos el gerente de una discoteca de la planta alta. «Cumplimos con nuestro horario, que es abrir a las 23 y cerrar a las seis de la mañana, y solo tenemos que cambiar el aire acondicionado», cuenta otro, que asevera llevar 22 años como empresario de la noche sin meterse «en líos»: «Lo que es de coña es que a nosotros nos pidan no superar los 90 decibelios y cuando hay conciertos de electrónica se llegue al millar».

En La Cubierta las versiones de los empresarios solo se unen en dos puntos: el primero, echar a otros la culpa de la mala imagen de la zona; el segundo, hablar de los «amanecederos», como denominan a los «afters» que abren cuando ellos, supuestamente, cierran. «Son cinco y se llevan a la clientela que a nosotros tanto nos cuesta captar, y a los problemáticos», continúa el anterior gerente: «Si nos cierran, esto se va a convertir en un estercolero». «Que vayan contra los que lo incumplen, contra los que venden droga. La mala imagen aquí la dan los que abren a las seis y siguen por la mañana», dice otro al que le han exigido que la homologación de los tubos de aire acondicionado se ajuste a la normativa.

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