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Hace dos fines de semana, los agentes de la Unidad de Línea Verde de la Policía Local procedían al precinto de tres bares de la ciudad. En uno de ellos ya habían actuado en reiteradas ocasiones porque a pesar de tratarse de un quiosco habilitado para la venta de flores, se había reconvertido en bar, sin autorización alguna, en una de las principales zonas de ocio de la capital: el Paseo Colón. Según informan desde el Ayuntamiento, el establecimiento, de nombre Zaratrusta, ya había sido clausurado en 2017 y ahora se ha producido la sanción definitiva con la retirada de la concesión de ese espacio al empresario.
Ese perfil reincidente no es ninguna anécdota. Las mismas fuentes del área de Gobernación explican que a este tipo de empresarios «les merece la pena pagar las multas que conllevan cada denuncia y seguir en la actividad hasta que se produce el cierre definitivo». Salvo para las infracciones más graves, relacionadas con las medidas de seguridad, que provoca el cierre en el acto; lo habitual es que los precintos se ejecuten tras la apertura de un expediente sancionador, la acumulación de denuncias y la propuesta de clausura.
En lo que va de año, la Policía Local ha precintado 43 negocios. La estadística abarca hasta mediados de septiembre; lo que arroja una media de un establecimiento obligado a echar la baraja por semana. La mayoría de los negocios objeto de esta medida están vinculados al ocio nocturno (bares y discotecas), aunque también hay un número destacado de tiendas de alimentación y naves donde se destapan actividades para las que no se había solicitado licencia alguna.
La clausura es la medida más severa y puede ser temporal o definitiva. Entre enero y septiembre, los agentes han realizado 2.700 inspecciones que han concluido con 738 denuncias y la incoación de 416 expedientes. Con estos datos oficiales, se puede afirmar que la mayoría de los negocios cumplen con las normas. Si bien, las mismas fuentes municipales subrayan que ha sido esencial las campañas de denuncias contra la ocupación indiscriminada de la vía pública por los veladores o las batidas para frenar la venta a alcohol a menores en algunas calles como Arfe. Por comparar con años anteriores, en 2012 se ejecutaron 79 cierres y un año antes fueron 90. Si bien estas últimas estadísticas incluyen hasta el mes de diciembre. Y las navidades es un periodo fuerte de inspecciones por la proliferación de celebraciones en locales.
Navidad: temporada caliente
En estas fechas se produjeron sonadas cancelaciones que perjudicaron a miles de personas. En la Nochevieja de 2016, por ejemplo, 2.000 jóvenes se quedaron sin cotillón horas antes de la fiesta. El Ayuntamiento detectó que la fiesta prevista en el Cortijo Doña María carecía de licencia. Un año después, por la celebración de Halloween, los agentes tuvieron que desalojar una fiesta en una discoteca de Nervión por exceso de aforo. Algunos de los asistentes relataron a este periódico los momentos de pánico que vivieron y cómo les vino a la cabeza la tragedia del Madrid Arena.
Qué locales se inspeccionan se deciden en dos reuniones que se celebran todas las semanas en el Ayuntamiento. En la primera, que tiene lugar de manera ordinaria los miércoles, distintas áreas municipales analizan los próximos eventos anunciados en la ciudad para comprobar si cada promotor tiene los papeles en regla. Al día siguiente, los jueves, en una reunión de carácter técnico se revisan los expedientes sancionadores que proponen el cierre y se acude a ellos. El origen del 90% de estas actuaciones está en la denuncia vecinal.