Las discotecas emblemáticas de A Coruña: ¿Por qué desaparecieron o cambiaron?

Pachá. Un nombre, un recuerdo; presente, pasado. Que la discoteca Pachá haya vuelto a la actualidad de A Coruña con motivo de la licencia municipal que permitirá el derribo de su edificio en As Xubias ha desenterrado la memoria de un templo de la música y del ocio que durante ocho años (1987-1995) proporcionó diversión nocturna a miles de coruñeses. El inmueble, ahora ruinoso, se mantuvo abierto hasta poco después con otro nombre, y pronto, con su demolición, será una huella perdida (aunque no olvidada) como la que dejaron otras discotecas coruñesas.

Pirámide, Ola Green, Punto 3, Baroke, Chevalier, Brothers, El Bosque, Pazos, Oh! Coruña, C’assely, Foxtrot, La Real, Rigbabá, Chaston, Pachá. Fueron parte del callejero de A Coruña y del de municipios próximos, lugares emblemáticos de encuentro, baile y copeteo en la tarde y en la noche para distintas edades y generaciones.

Unas discotecas duraron más que otras hasta transformarse o desaparecer; otras cambiaron de dueño y de nombre en la misma ubicación; algún propietario se puso al frente de más de una; otras aún mantienen su uso con diferente concepto, se han reformulado.

Hay rótulos apagados que permanecen alrededor de la puerta; en otros lugares ya no hay rastro de aquel pasado musical y ocioso, solo una triste verja o escombros. Y alguna antigua discoteca pervive sin dejar de ofrecer aquello para lo que surgió, para compartir música de distinta manera, en vivo, en vinilos y cds que giran o en discos duros que almacenan un sinfín de canciones. Ahí está el Playa Club, en la orilla de Riazor, un histórico complejo hostelero que desde finales del año pasado con la participación de otra empresa, Mondo Vigo, propone otra oferta cultural con la denominación Xen Club.

Verja de la antigua discoteca Punto 3, en los soportales junto al mercado de San Agustín.


Verja de la antigua discoteca Punto 3, en los soportales junto al mercado de San Agustín.

Quincemil

Aunque muchas se han ido y solo quedan en el recuerdo de quienes en ellas vivieron momentos especiales de su juventud o su madurez, llegaron otras discotecas, no muchas; espacios donde se concentran otras propuestas de ocio nocturno similares, como las que gestiona el grupo Pelícano en Los Cantones Village (INN, Dux, Amura…), donde el concepto de pub y discoteca casi se confunden por el público que atraen o por el horario en el que operan, o en otros enclaves de la ciudad.

Ocio cambiante

Si hoy no hay tantas discos como las que hubo en A Coruña en los ochenta, los noventa y los primeros 2000, se debe en gran medida a que «el ocio nocturno ha cambiado». En ello ha tenido peso el público y su propio cambio de costumbres y circunstancias, nuevas preferencias.

«Ahora por la noche se ven menos chavales y más mayores de 30, 40 y 50 años que consumen de otra manera», comenta Antón Sáez, de la asociación de hosteleros de la Marina. «Cuando salía de joven tomábamos más de cuatro copas, íbamos a varios locales y acabábamos en una discoteca. Ahora se va a cenar, a tomar una o dos a algún pub, y retirada. Salíamos dos o tres días a la semana y con dinero, hoy se sale uno, cuando se sale, y no hay tanto dinero«.

Otra fuente que vivió en el pasado el pulso del ocio nocturno coruñés, del que ahora está retirado, es Fernando Pereira. Se encargó de dirigir y pinchar en Playa Club y Clangor en Santiago hace tres décadas; contrataba, era relaciones públicas, y recuerda que en las décadas de finales de siglo «las discotecas iban por barrios o tribus urbanas», una diferenciación que fue desapareciendo.

Interior de la antigua sala Ola Green, luego Moon 57 y ahora Oceánico.


Interior de la antigua sala Ola Green, luego Moon 57 y ahora Oceánico.

«Había discos para progres y hippies, para intelectuales, para pijos, para punkis y rockers, para mayores que preferían pachanga, y en alguna sonaba un poco de todo, como Pirámide. La decoración y la música atraían a públicos distintos. Había discotecas donde veías a cualquier persona vestido de cualquier forma, y en otras a gente mejor vestida, con dinero, empresarios, deportistas…», repasa Pereira.

Su hermano Enrique, que también pasó por Clangor y Playa, fue precisamente uno de los impulsores de Pachá en A Coruña a imagen de la conocida discoteca Pachá de Ibiza. Su inauguración fue un acontecimiento social en 1987, momento a partir del cual convivieron más de una decena de locales.

Bailar y escuchar música de otra forma

A las discotecas se iba a bailar sobre todo. A escuchar música también, o a ligar. «Hoy se ha perdido la necesidad de bailar y de escuchar música. El público iba a una o a otra discoteca en función de la música que le gustaba escuchar o bailar, y tres o cuatro se peleaban por el mismo tipo de público. Ese punto de referencia se ha perdido. Hoy una disco en la ciudad junta a 1.600 personas que se aglutinan en un punto de encuentro masivo», analiza el promotor musical y empresario Héctor César, vinculado durante años a discotecas y citas musicales de A Coruña.

Acceso a la discoteca Playa Club (hoy Xen Club tras su fusión con Mondo Vigo) y, detrás, al local El Andén.


Acceso a la discoteca Playa Club (hoy Xen Club tras su fusión con Mondo Vigo) y, detrás, al local El Andén.

Quincemil

Cree César que el destino que han tenido estos locales en la ciudad «es reflejo natural de la evolución de la sociedad«, en la que el perfil del público de la noche ha variado: «La gente salía mucho antes, ahora se cuida más, lleva otra vida algo más saludable o consume menos alcohol, lo que ha hecho cambiar los horarios del ocio nocturno».

Un álbum musical de A Coruña y su entorno

Si los coruñeses reuniesen las fotografías de su juventud, algunas los ubicarían en el interior de una discoteca. Podría crearse un grueso álbum con páginas dedicadas a Pachá, por supuesto, donde se llegaban a juntar 2.000 personas en las sesiones y se celebraban las fiestas de fin de año. O a Ola Green, junto al colegio de las Esclavas, donde le dieron relevo Moon 57 y luego Oceánico.

Facebook Jose DJ Underdub

En el centro de la ciudad estaba Pirámide en Juan Flórez, frecuentada por alumnos de colegios privados que empezaban a socializar y bailar en las tardes de sábado. Cerca, los adolescentes acudían a Dino Fox (también Fox Trot), y adultos en edad madura convertían en histórica Chaston (hoy The Clab, con hilo musical distinto), abierta durante más de cuatro décadas y donde llegaron a actuar Rocío Jurado, Albano, Juan Pardo, Mari Trini o José Luis Perales.

Interior de la discoteca Chevalier, en Santa Cristina (Oleiros).


Interior de la discoteca Chevalier, en Santa Cristina (Oleiros).

Esta discoteca había sido fundada por José Mosquera Rodríguez, empresario fuerte del sector que en los años sesenta y setenta había abierto Chiva’s en Sada y Volvoreta en Perillo. Estas experiencias tuvieron sucesión con la apertura de otras discos en la comarca que en los años finales del siglo XX y los iniciales de XXI fueron parada obligada en las noches: Bambina, Brothers, Golden Fish y Chevalier en Santa Cristina, muy concurridas los domingos; Oh! Coruña en Culleredo; El Bosque en Cambre; Pazos en A Laracha; Baroke en Sada; Beta en Betanzos; incluso más lejos, LP45 en Ordes.

La música y el baile en la ciudad sonaron en otras discotecas como Punto 3, La Real, C’assely, Los Porches o Rigbabá, y en decenas de pubs que aparecieron después y que, con distinta suerte y arraigo, han dejado rastro en la memoria de la noche coruñesa.