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El pasado viernes, 19 de octubre, un grupo de ocho amigos –siete chicas y un chico– pretendía salir por el centro de Madrid. Con ganas de fiesta y pasarlo bien, llegaron a una de las discotecas de moda en estos momentos de la capital. Situada en el barrio de Salamanca, Liberty Supper Club es conocida por sus múltiples transformaciones: dependiendo de la hora, es un restaurante, un bar o el mejor local en el que pasar toda la noche. Pero la fiesta se truncó cuando el grupo llegó a la puerta del número 31 de la calle de Juan Bravo.
Según relata una de las afectadas en redes sociales, cuando al único joven que las acompañaba le tocó entrar, el portero le dijo que no podía acceder al interior del local. «Tu peinado es demasiado moderno» fue la respuesta que escuchó el grupo cuando preguntó al trabajador de seguridad del establecimiento el porqué de la negativa. «Todos los chicos a mi alrededor llevaban el mismo peinado. El problema no fue eso, sino que si hay un chico entre siete chicas es porque es gay», continúa la amiga, que tacha de «homófoba» la actitud del empleado. La joven critica también que a su amigo le negaran el paso porque una persona «determine tu orientación sexual con malas formas y prepotencia».
‼️CHICAS y GENTE LGTB de Madrid!! ‼️
El viernes pasado en LIBERTY SUPPER CLUB (c/ Juan Bravo) no dejaron entrar a un amigo bisexual por parecer gay (el portero decía que por el pelo). Los porteros son unos babosos que sólo dejan entrar a chicas y a pijos forrados. DIFUSIÓN PORFI pic.twitter.com/j21WwuYsVN— Odile (@ElenaDavila) 22 de octubre de 2018
Se trata de un exclusivo local dedicado, como sus propios responsables, han indicado a «gente guapa y de nivel». Al parecer, este no es primer caso de discriminación que algunos de sus clientes sufren. No hay que rebuscar mucho en redes sociales para encontrarlos. El trato que los porteros ofrecen a los clientes es de los aspectos que más comentarios recoge en las redes, sobre todo en negativo. «A mi amiga no la dejaron pasar por el tipo de calzado… Regresamos a que se cambiara y, la segunda vez, no la dejaron entrar porque solo entran mayores de 25», cuenta otra afectada. Sus dos amigos, menores de esa edad, ya habían entrado, así que ese no podía ser el motivo. «No sé qué tenían en contra de mi amiga, por lo que leo en los demás comentarios puede que sea porque parece mexicana. Si fue eso, además de racistas son burros», termina la joven.
En la misma línea que los anteriores, un chico, que asegura que ha presentado una reclamación, explica: «El portero no nos dejó pasar debido a la indumentaria. Le pedimos que nos facilitase el código de vestimenta. Tras insistir, el portero me contestó que fuese vestido como un hombre. ¿Cómo debería ir un hombre? Podría considerarse delito de odio?».
Este diario ha intentado ponerse en contacto con la discoteca para conocer su versión de los hechos, pero no ha obtenido respuesta.