La fricción entre los cuerpos de las personas bailando en los conciertos y DJ sets pueden llegar a generar un calor infernal que obliga a los asistentes a quitarse capas como si de cebollas se trataran. Aunque el sudor que se genera en este tipo de espacios es una asignatura pendiente, ya se ha encontrado formas de aprovechar el calor que se genera. La discoteca SWG3, de Glasgow, ha puesto en práctica un sistema de reciclaje de calor que permite aprovechar la energía térmica para ahorrar en calefacción durante los meses más fríos del año.
El método de BodyHeat, que es como se denomina a este sistema revolucionario, es muy sencillo: los colectores de aire absorben el calor de los asistentes canalizándolo hasta una batería térmica. Y cuando se necesita, se transporta la energía de vuelta a las bombas de calor donde se recicla a una temperatura adecuada y se emite al espacio para acondicionarlo.
“Cuando te pones a bailar, a ritmo medio, al ritmo de los Rolling Stones o algo así, puedes estar generando 250 vatios. Pero si tienes a un gran DJ, machacando absolutamente las líneas de bajo y haciendo saltar a todo el mundo, podrías estar generando 500-600 W de energía térmica«, afirma David Townsend, emprendedor al frente de TownRock Energy, la empresa que ha ideado este ingenioso sistema, a la BBC. Y asegura en la SBS News que si hay mil personas en la sala, su calor «es suficiente para calentar 65 casas» y ahorrar «un montón de gas».
BodyHeat está ayudando a SWG3 a reducir su huella de carbono y la tecnología de almacenamiento de calor es más sostenible que utilizar carbón o gas. Según las Naciones Unidas, un 35% de los gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera provienen de la energía que se utiliza para calefacción y electricidad.
«Tradicionalmente, cuando se intenta enfriar esos espacios mediante sistemas de aire acondicionado o ventilación, lo que se hace es extraer el calor de un espacio y liberarlo a la atmósfera», explica Bob Javaheri, director de Operaciones de SWG3, en declaraciones recogidas por Ecowatch. Así, en lugar de dejar que toda la energía térmica se disipe a través de las salidas y las vías de ventilación, se transfiere a las aguas y canaliza por pozos subterráneos para hacer uso de ella más tarde.
¿Cómo funciona?
BodyHeat está instalado en varias zonas de las salas de SWG3 y cuando están activos, se pueden apagar las 3 calderas de gas que tenían habilitadas, reduciendo su huella de carbono en hasta 70 toneladas métricas. Cuando se almacena el calor en los 12 pozos de aguas, se elevan a los tres lugares que se cubren con el sistema: una antigua fábrica con capacidad para 1.000 personas, un espacio para 1.250 personas y el vestíbulo principal.
«En la actualidad, muchas discotecas utilizan aparatos de aire acondicionado para captar ese calor y alejarlo de la pista de baile. Pero entonces se expulsa al aire», explica David Walls, geólogo geotérmico que ayudó a TownRock Energy a desarrollar el sistema, a la agencia de noticias Reuters.
«Queremos seguir bailando, trabajando, creando e inspirando, pero también queremos hacerlo de forma responsable e innovadora», dice el compromiso del club. «Sabemos que no será fácil, pero sabemos que tenemos que intentarlo«, reza la página web de SWG3, donde se enuncian sus objetivos para reducir su huella de carbono en los próximos años.
Otra razón para bailar
«La historia es que… me gusta ir de fiesta«, dice Townsend a la revista Fast Company. «He ido mucho a discotecas». Con eso en mente, vio una ocasión perfecta de convertir su pasión en una actividad más sostenible. Su proyecto, en lugar de idear un novedoso sistema con las tecnologías más avanzadas, simplemente emplea los sistemas al uso que se pueden encontrar en la mayoría de salas de eventos.
Este sistema no es barato. A diferencia de un sistema convencional de calefacción y refrigeración —que costaría entre 30.000 y 40.000 libras (entre 35.000 y 47.000 euros)—, se estima que el coste de BodyHeat ha sido de unas 600.000 libras (más de 700.000 euros) comprendiendo tres fases de implementación.
Por suerte, desde que se presentó la iniciativa, a colofón de la COP26 que se celebró en la capital escocesa, se ha nutrido de los programas de subvenciones impulsados por el gobierno de la región para impulsar la revolución verde de la ciudad. Una subvención del Programa de Transición a Infraestructuras de Baja Emisión de Carbono de Escocia cubrió la mitad de los costes de la primera fase, y un préstamo a bajo interés respaldado por el gobierno ayudó con el resto.