Mame se ganó el pan durante un año en Marruecos, para hacerse con una plaza en una patera con la que llegó a España tras jugarse el pellejo en el mar. Después sufrió 37 días durísimos en un Centro de Internamiento de Extranjeros en Algeciras. Cuando recuperó la libertad no tenía nada en los bolsillos y tuvo que ser acogido en Murcia por unos compatriotas de Senegal.
La vida de Mame ha estado muchas veces en el filo de la navaja, pero nunca se habría imaginado que estaría a punto de morir por una bala perdida, disparada por un joven que la emprendió a tiros con los porteros de la Discoteca Pantera de Alcantarilla, por el simple hecho de prohibirle entrar al local en chándal. «Ese chico quería matarnos a todos«, tal y como afirma Mame Mor en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Este senegalés, de 43 años, es una de las tres personas que fueron acribilladas a balazos por Rachid B. G., de 27 años, como presunta venganza contra los porteros que le negaron el acceso a la Discoteca Pantera, durante la madrugada del 6 de enero. «Me rompió la tibia de un disparo y ahora no puedo caminar por culpa de ese chico». Mame no exagera porque recibe al periodista apoyado en un andador que le permite desplazarse por las estancias del humilde piso que comparte con unos compatriotas.
«Tengo una bala alojada en un hueso de la pierna derecha y el médico no sabe si operarme porque es peligroso», apunta este senegalés que antes levantaba 128 kilos en ejercicios de pecho en el gimnasio, pero que ahora solo es un coloso cojo. De hecho, se levanta la pernera de su pantalón, para mostrar la gran cicatriz que le dejó uno de los fijadores externos que le pusieron en la pierna tras ser hospitalizado de urgencia aquella madrugada.
Mame recibió un disparo en la pierna, el 6 de enero
– ¿Qué pasó el 6 de enero en la puerta de la discoteca para que Rachid la emprendiese a tiros con todo el mundo?
– Mame Mor: Esa noche fui a la Discoteca Pantera a ver a unos amigos que estaban trabajando de porteros en la puerta. Entonces, llegó un chico marroquí, acompañado de otras personas, y uno de mis amigos le dijo: ‘Perdona, aquí no puedes pasar con chándal’. No le dejaron entrar porque la ropa no era la adecuada para las normas del local. Ese chico no contestó nada a los porteros, solo se marchó tranquilo hasta el sitio donde había aparcado su coche: un Mercedes. Así que nosotros seguimos hablando y riéndonos.
Todo ocurrió como en una película. Ese chico marroquí volvió a aparecer pasado un buen rato. Iba conduciendo mientras disparaba desde su coche a la puerta de la discoteca. Sinceramente, al principio, pensé que por el ruido eran unos petardos y ni siquiera corrí hasta que vi hacerlo a mis amigos, pero me alcanzó una bala. Ese chico disparó muchas veces y cuando me dio, terminé tirado por el suelo. Los porteros del Pantera me tuvieron que arrastrar hasta el interior de la discoteca. Gracias a Dios, estoy vivo.
Mame, en el salón de su piso, junto a su andador, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
Badía
Las cámaras de seguridad de la sala filmaron cómo Rachid (Marruecos, 1997) accionó el gatillo siete veces. EL ESPAÑOL ha accedido al atestado de la Policía Nacional que refleja que todo pasó a las 4.26 de la madrugada, después de que este marroquí dejase a su amigo Cristian y a una chica en la Discoteca Bogue: otra sala de fiesta del Polígono Oeste de Alcantarilla. Posteriormente, se desplazó en su Mercedes, junto a su primo, Abdel, a la pedanía murciana de Cabezo de Torres a coger una pipa. Una vez armado, Rachid regresó a la puerta de la sala Pantera, para llenar de plomo a los porteros a quemarropa y desde su coche, donde viajaba de copiloto su primo.
Uno de los disparos le causó dos orificios en la pierna derecha a Hadj Malick, uno de los vigilantes de la Discoteca Pantera, mientras que su amigo Mame terminó con la tibia destrozada de un balazo. La pared del pasillo por el que se accede a la sala acabó con más agujeros que un queso gruyere. «Ese chico disparó a todos por no poder entrar en chándal», insiste este senegalés y así se lo expondrá al juez, cuando declare el próximo miércoles como víctima de este tiroteo.
Mame se gana las habichuelas como portero de salas de la Región de Murcia, tras deslomarse en el sector agrícola como muchos inmigrantes. Tan «malas» eran sus condiciones de trabajo como jornalero, que prefirió empezar a jugarse el pellejo ofreciendo seguridad a locales de copas los fines de semana. «Me apunté en un gimnasio, recibí formación de portero y en el 2013 empecé a trabajar», recuerda este senegalés, curtido en el Pub Quinta Avenida de Bullas, la Discoteca Dubái de Murcia…
«Nunca me ha pasado nada así en once años de trabajo». La Asociación Nacional de Porteros Profesionales calcula que en España existen -al menos- 120.000 controladores de accesos en salas de fiesta y lo sucedido en la disco de Alcantarilla, vuelve a poner de manifiesto el riesgo vital al que se expone cualquier persona que vigila la puerta de un local de copas, en caso de que a algún cliente se le crucen los cables como en apariencia le ocurrió a Rachid.
Todo ello, sin perder de vista que en otras ocasiones son los porteros los protagonistas de agresiones o que es un sector en el que unas veces trabajan personas sin título acreditativo o titulados sin un contrato laboral. «La violencia siempre tiene que ser la última opción para cualquier portero«, reflexiona Mame, a pesar de haber recibido una bala perdida de un cliente iracundo, cuando estaba visitando a unos amigos de Senegal que aquel 6 de enero estaban de porteros en la Discoteca Pantera.
– ¿Qué es lo más difícil de su trabajo?
– Mame Mor: Me pagan de 10 a 13 euros por hora, trabajando los fines de semana. Cuando le prohíbo a alguien el acceso a una discoteca no lo hago por nada personal, solo porque incumple las normas, pero casi siempre me tratan de forma racista. Lo que más me duele es que me digan: ‘Negro de mierda’. Yo nunca les contesto ni les denuncio porque la Justicia no hace nada.
– ¿Cómo gestiona este tipo de situaciones violentas?
– Les digo que tienen derecho a llamar a la Policía. A la gente no hay que empujarla ni pegarle. En estos años trabajando de portero, tan solo me ha tocado entrar a separar en peleas y no les pego. Yo entro para tranquilizar.
Mame, sujetando un rosario, junto a la ventana del humilde piso que comparte con unos compatriotas de Senegal.
Badía
– ¿Piensa volver a trabajar de portero en una discoteca?
– Mame Mor: De momento, en lo único en lo que pienso es en recuperarme bien, para volver a caminar y poder viajar a Dakar para ver a mi madre. Está muy preocupada con lo que me ha sucedido.
Durante la entrevista, Mame sujeta un rosario de su ciudad natal -Dakar- porque se define como «un musulmán muy creyente». Tales son sus convicciones religiosas que en su trabajo como portero asegura que pone en práctica dos máximas. La primera: «Si la gente me respeta, buen rollo«. Y la segunda: «A los clientes hay que darles cariño». Este senegalés considera que Alá ha intercedido para no morir en el tiroteo del 6 de enero y no verbaliza ni un solo reproche contra su pistolero: Rachid, también musulmán. «Era la primera vez en mi vida que veía a ese chico».
La Policía Nacional sí que tenía más visto a Rachid. De hecho, en el atestado se hace constar «su amplio historial policial» con ocho detenciones por tráfico de drogas, conducción temeraria, lesiones… Valga como ejemplo que el último asunto por el que estaba en la diana de la Justicia este marroquí, antes del tiroteo de la Discoteca Pantera, consistía en el robo con violencia de un Audi Q8, perpetrado con dos armas de fuego, y en el que Rachid, junto a otras cinco personas: «abordaron» el Audi, «tras emplear la violencia física sobre el conductor» y sacar a sus ocupantes a punta de pistola.
Arturo Egea, abogado de Mame y encargado de ejercer una de las acusaciones particulares en el proceso judicial abierto por el tiroteo de la sala Pantera, pone el acento en el carácter agresivo de Rachid. «A la vista del vídeo de las cámaras de seguridad, mi conclusión es que el investigado disparó con la intención de matar por los impactos de bala encontrados a distintas alturas de la fachada de la discoteca», según sostiene el letrado.
Arturo Egea, abogado de Mame, una de las víctimas del tiroteo de la Discoteca Pantera.
Cedida
El abogado Arturo Egea se muestra cauto sobre la línea de acusación que piensa ejercer: «De momento, no quiero calificar los hechos porque mi cliente no ha podido declarar todavía en el juzgado, por la gravedad de las lesiones que ha sufrido en su pierna». Rachid permanece en prisión desde el 9 de enero, tras ser detenido 24 horas después del tiroteo, escondido en casa de una amiga en la pedanía murciana de San Ginés.
En el atestado de la Policía Nacional consta que existen cinco testigos. Además, se detalla que este joven, de 27 años, mantuvo una discusión con los porteros de la Discoteca Pantera porque no le dejaron entrar a la sala, ni a Rachid, ni a su primo, Abdel, debido a que ambos lucían chándal. También se refleja que los dos marroquíes regresaron a su coche a ponerse unos vaqueros, pero volvieron a obtener la negativa de los controladores para seguir de fiesta en el local con su amigo Cristian y una chica.
El Mercedes Clase A que Rachid conducía fue localizado por la Policía Nacional en la casa de su amigo Cristian, al que la madrugada del 6 de enero dejó en la Discoteca Bogue, antes de regresar a vengarse supuestamente de los porteros de la sala Pantera. A Cristian le ha valido un delito de encubrimiento su decisión de haberle permitido a su amigo de la infancia y a su primo, Abdel, dejar el coche en el garaje de su casa de Ceutí.
Jorge Novella, el abogado del amigo de Rachid que está investigado por un delito de encubrimiento.
Cedida
Durante la inspección del vehículo, la Policía comprobó que el Mercedes era robado y lucía una matrícula que no coincidía con su número de bastidor. Además, localizó tres casquillos de bala, herramientas y un pasamontañas. Jorge Novella, el abogado de Cristian, avanza que ha solicitado al juez «el sobreseimiento» de los hechos por los que se investiga a su cliente: «No existe encubrimiento porque no participó en el tiroteo y le citaron a declarar como testigo, cuando le debían citar como investigado, así que entiendo que eso supone un fraude de ley».
Lo único que está claro es que Rachid pasará una larga temporada a la sombra por dos motivos. El primero, en el atestado de la Policía Nacional figura que le arrestaron por un rosario de delitos: dos tentativas de asesinato, contra la seguridad vial, tenencia ilícita de armas, hurto de un vehículo y falsedad documental. El segundo motivo, este veinteañero dio muestras de su carácter violento hasta en su declaración en la Comisaría de Alcantarilla donde advirtió de lo siguiente antes de ser trasladado al juzgado:
«Esos negros son unos racistas de mierda. Mañana, cuando vea al juez le pienso decir que si salgo los voy a matar. Me da igual ir a la cárcel».